La autonomía en los niños. ¿Porqué los profesionales nos empeñamos tanto en ello?

Los que me conocen, y seguramente en algún artículo lo he
puesto también, siempre digo que nuestra tarea como padres, docentes, profesionales, educadores en general, es la de criar niños emocionalmente fuertes. Es decir, niños que sean capaces de enfrentarse a la adversidad, de aceptar que hay cosas que duelen y puedan llorar para volver a levantarse, de aceptar que hay cosas inmensamente buenas y reír a carcajadas para contagiar, de luchar con esfuerzo y tesón para conseguir algo…

Pues para todo eso es fundamental construir una autoestima
fuerte y un buen autoconcepto. Y parte de lograr eso – solo parte, ya en otro
artículo si queréis podemos hablar de autoestima y autoconcepto – es el desarrollo de la autonomía.

Pero vamos a ver que significa esto con lo que insistimos tanto los profesionales.

Según la RAE, la autonomía es la “Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie”. Es decir, implica la capacidad para hacer cosas por uno mismo. Y eso incluye iniciativa.

Si fomentamos la autonomía en los niños, de manera paulatina y acorde al desarrollo de cada uno, estaremos fomentando un crecimiento con responsabilidad y seguridad en ellos mismos.

Y aquí quedaros con la idea de paulatino y acorde al desarrollo. No podemos, de repente, dar a un niño completa autonomía. Le estaríamos hundiendo porque habría muchísimas cosas para las que no esté preparado aún. De allí la importancia de observar, guiar y acompañar.

Y esto de acompañar no es tan fácil como parece. Y es que implica estar presentes, pero sin “hacer sombra” como le digo yo. Es decir, que los peques sepan que estaremos allí para lo que necesiten, pero que son ellos quienes harán la tarea. Es la medida justa, el “reto justo”, que permita brindar apoyo y sostén.

Así, algunas de las condiciones que debemos tener en cuenta como adultos para crear ese espacio de autonomía y responsabilidad seguros serán:

          Establecer normas y límites claros: además de la base de toda convivencia, brinda seguridad

          Dejar espacio para el ocio: que los niños decidan a qué y con quién jugar fomenta la toma de decisiones

          Brindar opciones cada vez que se pueda: que ropa ponerse, hacer una actividad antes o después de merendar…

          Acompañarles en el fracaso: la sobreprotección no les prepara para el fracaso ni el esfuerzo. Dejarles que se equivoquen de manera controlada (no queremos que nadie se haga daño) es importante para que aprendan de los errores.

          Establecer responsabilidades acorde a la edad: recoger sus juguetes, poner/recoger la mesa, hacer los deberes…

          Estar disponibles para apoyarles cuando sea necesario: saber que siempre pueden contar con un adulto o un espacio de seguridad, les hará explorar con mayor confianza y exponerse a más situaciones de aprendizaje

          Valorar sus esfuerzos, aún cuando no quieran hacer algo: saber que todo requiere de un esfuerzo es un aprendizaje importante para la vida. Animarles y elogiarles por el esfuerzo y el trabajo bien hecho, hace que valoren ellos mismos su esfuerzo y les motive a seguir.

          Exigir de manera paulatina: la sobre exigencia solo lleva a la desmotivación y frustración. Es mejor ir poquito a poco. Que cueste pero que sea capaz de llegar con su propio esfuerzo. 

          No juzgarles: todos haríamos las cosas de manera diferente y todos tenemos habilidades diferentes, pero lo que queremos fomentar es la autonomía, el esfuerzo y la responsabilidad.

          Poner etiquetas no ayuda: las etiquetas, positivas y no tan positivas, no ayudan a que el niño descubra sus habilidades e inhabilidades.

          Ser ejemplo: al final los niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos.

Y ya para finalizar, deciros que la autonomía se fomenta desde muy muy pequeños. Contrario a lo que piensa mucha gente que hay ciertos aprendizajes que se producen en la adolescencia, todo se va creando y generando desde pequeños. Es, tal vez, en la adolescencia o edad adulta donde se pueden ver con mayor claridad los resultados de ese aprendizaje. Pero siempre siempre es paulatino y a lo largo de toda la vida. El que empieza en la adolescencia ya va años tarde y, desde luego, costará mucho más.

Os dejo aquí una tablita Montessori que es muy útil y visual de las responsabilidades que puedes otorgar a los peques según la edad. Cuál calendario, ponla en la puerta de la nevera para recordarte cada día que tienes el deber de criar hijos fuertes. Y si eres profe, ponla al lado de la pizarra porque tu también tienes el deber de educar personas responsables y emocionalmente fuertes.

Y ya sé que uno les ve taaaaaaaaaaaan pequeñitos. Pero son personitas y nosotros tenemos la gratificante y difícil tarea de acompañarles y prepararles. Es una tarea que requiere de nuestra máxima responsabilidad y equilibrio.

Buena semana!

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