La convivencia en el aula

Una de las primeras cosas que suelen hacer los maestros cuando empiezan las clases es establecer las normas de convivencia del aula. Y generalmente se hace en todas las etapas – y si no se hace es recomendable hacerlo por muy mayores que los alumnos sean.

Y me pregunto yo, ¿realmente tiene sentido destinar un tiempo, con lo valioso que es el tiempo, a explicar y establecer normas en el aula? ¿No se supone que todos los niños saben cómo comportarse?

Inmediatamente después me digo: “¡POR SUPUESTO QUE TIENE SENTIDO!”. Y es que la familia y la escuela son los primeros lugares en los que se desarrollan y aprenden las habilidades y competencias sociales. Y estas son básicas para la adaptación a lo largo de la vida en los diferentes contextos (comunidad de vecinos, parque, trasporte público, universidad, trabajo…).

Y por otro lado, trasladando el entorno escolar de niños  y adolescentes, al ambiente laboral (que es mi día a día actualmente) que diferente es cuando hay un buen ambiente a cuando no lo es tanto. Y no sólo lo podemos decir a viva voz por comprobarlo personalmente, sino que numerosos estudios científicos demuestran que un buen clima en el entorno escolar y laboral mejora notablemente el rendimiento (de alumnos y trabajadores).

Y vamos a derivar esto en más preguntas (madre mía, el pensamiento científico me puede) ¿para qué sirve trabajar explícitamente las competencias sociales? Y la respuesta es muy simple: fomentamos la tolerancia, intercambios críticos desde el respeto, aceptación de las diferencias, reconocimiento de fortalezas y debilidades, trabajo en equipo, superación personal…

¿Y no os parece que todo esto es fundamental en un mundo competitivo a morir? En un mundo exigente sinsentido donde todos debemos ser buenos en todo. En un mundo donde todos vamos tan concentrados en mirarnos el ombligo que no nos damos cuenta de que podemos hacer complemento con el de al lado para hacer las cosas mejores…

Al inicio del curso, tuve el placer de participar en una de las primeras clases en un cole. En un aula de niños de entre 5 y 7 años. Estaban estableciendo las normas del aula. Pero no era el profesor quien dictaminaba las normas como algo que los alumnos debían cumplir. Eran los propios niñ@s quienes establecían las normas para la convivencia en el aula. Normas que les acompañarán a lo largo de todo el curso. Y me pareció maravilloso implicarles como responsables de la convivencia, del respeto y del buen ambiente.

 

Y luego salí de allí haciéndome una pregunta: ¿cuántos profesores destinan tiempo a lo largo del curso para retomar la importancia de estas normas, para recordar que todos pensamos diferente y aún así todos merecemos respeto? ¿Y si se hiciera un programa relacionado con esto desde las emociones y lo que nos sucede como seres humanos ante la presencia de otro ser humano?

Ahí dejo la pregunta.

Nos vemos en la próxima!  

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