Tenemos que jugar para crecer

Seguramente en este artículo no diga mucho diferente a lo que ya se ha dicho, pero creo necesario cada  tanto, recordar la importancia del juego. Pero del juego creativo, de ese que hacíamos cuando éramos chicos en el campo y no había más que unas cuantas ramas o con las sábanas en casa de los abuelos. No el juego fácil, rápido y ya creado de
los video juegos o apps (que si bien son muy útiles como herramientas en el aprendizaje, no lo sustituyen todo ni son la solución a todo)

Entonces, vamos a refrescar la memoria. ¿Por qué es importante jugar? ¿Cuáles son las habilidades cognitivas que desarrolla el juego?

Una pregunta va enlazada con la siguiente. El juego es importante porque desarrolla un montón de habilidades cognitivas que son esenciales para la vida. ¿Y cuáles son estas
habilidades? Por mencionar solo algunas, diré que el juego desarrolla: resolución de conflicto, flexibilidad mental, atención sostenida, lenguaje, razonamiento, control y autogestión, planificación, cooperación…Y podría nombrar muchas más.

Pero entonces, desde que el niño nace ¿los ponemos a jugar con muñecos? Un rotundo NO. El juego, como todo en la vida del ser humano y en el neurodesarrollo, evoluciona y pasa por diferentes etapas necesarias para la construcción de estas habilidades de las que hablaba antes.

Vamos a ver que pasa en cada una de las etapas de la infancia con relación al juego

Desde el nacimiento hasta el año y medio aproximadamente, el bebé desarrolla un juego funcional. Este tipo de juego está relacionado con la etapa sensorial y motora que predomina en el niño a estas edades. ¿Y en que consiste? En rodar, hacerse cosquillas, empujar, correr, reptar/gatear, hacer sonar objetos, golpearlos, hacerlos rodar, tirarlos desde diferentes alturas o direcciones, apretarlos, esconderlos… Este tipo de juego desarrolla sobre todo el movimiento y la integración de los sentidos.  A través de ellos el niño puede afianzar su equilibrio, la coordinación en los desplazamientos y movimientos, la permanencia del objeto.

A partir del año y medio hasta los 3 años mas o menos, aparece y predomina el juego constructivo que consiste en construir formas simples utilizando objetos simples (hacer torres con cubos, maderas, bloques grandes, encastres). Este juego no desaparece, se hace cada vez más complejo y las piezas empleadas son cada vez más pequeñas conforme el niño va afianzando la motricidad fina y control corporal. Este tipo de juegos desarrolla principalmente la coordinación (sobre todo óculo-manual), planificación, conciencia de tamaño y forma, control postural para la acción, razonamiento espacial, capacidad de análisis.

Desde los 3 años y hasta los 5, es predominante entre los diferentes tipos de juego infantil, el juego simbólico donde el niño utiliza diferentes objetos para hacer “como si” Al inicio estos objetos guardan mucha similitud con la realidad, pero a medida que el juego evoluciona, los objetos pueden representar diversas acciones o situaciones aún sin guardar ninguna relación (un lápiz puede llegar a ser un avión y un sacapuntas el pasajero). A lo largo de esta etapa el juego simbólico se complejiza cada vez más y pasa por diferentes momentos según el niño va desarrollando su capacidad de representación. Con este juego, el niño desarrolla muchísimas habilidades, mayormente el lenguaje, flexibilidad, imaginación, creatividad, comprensión de roles sociales y culturales, comprensión del entorno, razonamiento, ideación, atención sostenida.

A partir de los 5 años, el niño ya puede comprender los juegos reglados. Es aquí donde podemos comenzar con juegos de mesa por turnos o con juegos cooperativos o de grupo más complejos. El niño ya es capaz de comprender y aceptar normas preestablecidas.  Es lo que llamamos el juego social, donde el niño comprende la toma de turnos, el control y autogestión de la frustración cuando gana o pierde, a considerar las opiniones de los demás, favorecen la memoria, la atención, la reflexión.

A lo largo de mi desempeño profesional me he encontrado con muchísimas familias que no saben jugar. He hecho muchas sesiones de trabajo con las familias para jugar, para sacarle provecho a lo mucho o poco que tiene desarrollado ese niño. Hemos elaborado juntos listas de juegos para las fiestas  o cumpleaños y ayudar a potenciar el desarrollo de habilidades.

Hay otra familias que, por mucho que se lo explique, no le encuentran el beneficio a sentarse a jugar con sus hijos. – hasta que lo hacen por primera vez y disfrutan como enanos.

Y os diré lo mismo que les digo a todas ellas. No hace falta hacerse un máster ni estudiar al detalle los beneficios de cada etapa, las habilidades que se construyen ni como se relacionan con las que están por venir – eso podéis dejárnoslo a los profesionales. Los mayores beneficios están en los lazos creados, en el “disfrute” conjunto, en la complicidad que se crea en ese momento. Se trata de dejarse llevar con la imaginación, de sacar a relucir la creatividad y las ganas de volver a experimentar y descubrir el mundo con otros ojos, se trata de reírse de uno mismo y “hacer como si”, se trata de volver a esos tiempos de sábanas en casa de los abuelos o de ramas en el campo con los primos.

Asique lo único que espero, es que al terminar esta línea, cerréis el portátil, apaguéis el móvil y os vayáis corriendo a jugar con vuestro peque.

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